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Reino del Ajedrez

      IMPORTANCIA DE LA PRÁCTICA DEL AJEDREZ


Cultiva la mente. Ejercita la memoria. Robustece la voluntad. Despeja la imaginación. Despierta el sentido artístico. Desarrolla el sentido común. Da confianza en si mismo. Afianza la personalidad. Aclara la visión panorámica. Cultiva la facultad de reflexión. Nos conduce a distinguir mejor la importancia de cada cosa y sus principales funciones. Nos lleva a organizar nuestras ideas. Incentiva la creatividad estratégica. Nos encarrila a ser creadores. Nos acostumbra a fijar la atención. Nos induce a ser intuitivos. Nos hace de ideas profundas. Nos adiestra para evitar los peligros. Nos ejercita para anticiparnos a los hechos, a fin de no ser sorprendidos. Nos ejercita para tener seriedad en la responsabilidad de nuestros actos. El que está frente del juego de Ajedrez se siente JEFE, DUEÑO Y RESPONSABLE DE LOS DESTINOS DE UNA LAMENTABLE TRAGEDIA ó  DE UNA RESONANTE VICTORIA.

           LA HISTORIA MÁGICA DEL AJEDREZ

Nos cuenta Caissa, la musa del ajedrez, antes de las sugestivas predicaciones del sabio Sidharta, vivía en el lejano reino de Magacha, en el seno de la misteriosa India, un príncipe llamado Sirham, célebre por su desmesurada soberbia.
Un buen día, su preceptor, el braham Sissa, queriendo aplacar la altivez real, ideó un juego en donde existiera un rey que, a pesar de ser elemento principal, nada pudiera sin la colaboración de sus súbditos.
Así fue cómo inventó el Ajedrez, y tanto gustó al príncipe el juego en cuestión que ofreció a su maestro darle cuando pidiera. El braham Sissa quiso dar otra lección a su soberano, por la nueva demostración de soberbia, y solicitó un grano de trigo, para la primera casilla del tablero, dos granos para la segunda, cuatro para la tercera, ocho para la cuarta y así sucesivamente en esta progresión hasta la casilla sesenta y cuatro, última del tablero, y que todos juntos se los dieran.
Al príncipe le pareció una petición excesivamente modesta y ordenó seguidamente que complacieran al braham; pero cual sería su asombro cuando, una vez realizadas las operaciones, comprobó que era imposible cumplir su palabra, ya que la cantidad resultante era de 18.446.744.073.709.551.615 granos de trigo, y que para producirla era necesario sembrar setenta y seis veces todos los continentes de la Tierra y habilitar para graneros unas diez mil ciudades.
El príncipe tuvo que doblegar su orgullo ante el ingenio del braham.

“De esta manera sencilla, aunque curiosa –termina diciendo Caissa- nació el noble juego del ajedrez, que, bajo mi tutela, ha conquistado las cinco partes del Globo, y cuyos horizontes se amplían hacia el infinito porque será el mejor entretenimiento en los futuros viajes espaciales”.